
Las cosas a mi alrededor desaparecieron rápidamente. Yo necesitaba un espacio y sólo vi esa naranja. Me acerqué sabiendo que no tenía mucho tiempo para decidirme a ocuparla. Era de un color brillante, tímidamente empolvada con una fina capa de tierra arenosa. Una gruesa y rugosa piel la recubría dejando intuir un interior tierno y jugoso. Desde donde estaba, llegaba a sentir un aroma a azahares que me transportó a la infancia de no sé cual de mis vidas. En el instante en que empecé a entreveer mi destino de citrus, empezó la fusión. Mis círculos espiralaron en una total redondez, girando en una metamorfosis sin fin. Mi piel se hizo fibra, cubriendome de capas y capas de cascara frutal. Mis células fueron las pepitas anaranjadas y su jugo fue mi sangre. Cada órgano convulsionó y se acomodó dentro de la fruta, separados por una fina lámina de pielcilla transparente. Me achique hasta caber en una superficie cien veces menor a mi ser original y mi alma encontró su lugar en el centro, en las semillas donde todos los recuerdos estarían, pero yo no me acordaría de nada.
Aida Rebeca Neuah
WoW!!! Aluciné!! Me encanta este relato.
ResponderEliminarVeía todo mientras te leía, y hasta pude sentir el olorcito...
Muy pero muy bueno.
Abrazote grandote.
hay un cuento de garcia marquez, eva esta dentro de su gato. leelo. besos.
ResponderEliminar