30 sept 2011

UN SEÑOR BAJITO, FEO, AMARRONADO, CON UN BIGOTE SÚPER ESPECIAL



Allá lejos y hace tiempo vivía un señor bajito, feo, amarronado, con un bigote  súper especial  en una ciudad de la que no recuerdo el nombre “Nomeacuerdo City”.  La ciudad estaba asentada en un verde valle rodeado por montañas agrietadas por la lluvia y el viento. Este  señor  bajito, feo, amarronado, con un bigote súper especial  se llamaba Pérez  y nunca fue muy sociable, con los años se puso muy arisco y ermitaño y un día equis  decidió irse a vivir a una grieta en la montaña.  El Vivir en una cueva  sumado a que era bajito, feo, amarronado, con  un bigote súper especial  le valió el mote de Ratón Pérez.  La verdad es que el apodo le caía muy bien, a ciencia cierta y sin ánimo de exagerar, más lo llamaban así  y  más  se parecía el pobre hombre a un ratón. La cuestión que todavía me parece que no les conté es que el Ratón Pérez había heredado de su papá un baúl lleno de libros y  revisándolos  una tarde de puro aburrido encontró el  “Manual práctico para ser dentista”, un libro gordo de tapas duras  cuya  última página era un examen para completar y mandar por correo, si  acaso el lector tuviera intenciones de cursar a distancia la carrera de odontología. Cuando lo leyó, supo instantáneamente que esa era su vocación verdadera, no tuvo dudas, hizo el examen y a los dos meses recibió un  diploma que colgó en la pared de entrada a la cueva. Pérez empezó a practicar con su propia dentadura ayudándose con un espejo roto que había encontrado en la cueva. Resultaba difícil, ma que digo difícil,  imposible practicar en él mismo. Él que era bajito, feo, amarronado, con un bigote súper especial pero no era tonto, sabía que en  “Nomeacuerdo City” nadie se iba a prestar a tratarse  la boca con él  y siguiendo  el  lema familiar “a problemas difíciles, soluciones desesperadas” hizo unos afiches y los colgó en la plaza pública.
Dentista profesional
Pago por arreglar o sacar dientes
Doctor Ratón Pérez, odontólogo
Para contratar mis servicios
Tenga a bien silbar.

No fue fácil, sépanlo, el primero que quiso sacarse un diente tardó varios días en animarse a silbar, era un niño  y quedó tan conforme con el trabajo y tan feliz con la monedita tintineando en su bolsillo que la noticia corrió como agua. Desde entonces y en honor a ese niño que venció sus miedos y sus prejuicios, el ratón Pérez nunca cobró a los infantes por sacarse dientes. Fue así, y seguro que ya van sospechando el final de este cuento, que nació la canción:
Vino el ratón Pérez y se lo llevó
Pero mucha plata él le dejó
Porque el ratón Pérez le saca los dientes
A los chicos buenos, buenos y obedientes.

Aida Rebeca Neuah
Imagen: "Contorsionista" de Raquel Díaz Rebollo

27 sept 2011

SABOREARTE

Rojo pasion 3

Ondulosa lengua recorriendo piel

Conociendo vértices, escalando cimas

Cubriendo los valles.

Suspiro en mil poros ahogando  gemidos

Ardientes, sedientos

Lascivos.

Caminos serpenteantes de placer original

Primario, incontenible

Sugerente.

Jadeos en compases

De Uno, de Dos y de Tres.

 También de Él: “del Nosotros”.

 Aida Rebeca Neuah

Imagen: "Rojo Pasión" de Ramón García Yáñez

14 sept 2011

LA ONDA VERDE




Día 1
Primer día en nuestra nueva casa. Todo el día trabajando en la mudanza y a la noche… ¡Qué noche! Viento que chiflaba, lluvia estrepitosa, rayos, truenos y una neblina… No pudimos dormir. Nos levantamos y ¡oh sorprise! no teníamos baldosas en la puerta. Parece que es un barrio bravo, pero… robarse las baldosas…
Día 2
La vecina, una tal Lola, con una delantera que es la envidia de todo equipo de futbol, nos contó que los vecinos eran gente trabajadora y humilde. “Los que se llevan las cosas son unos extraterrestres que salen pasear con sus naves espaciales y roban. Puras travesuras. Siempre devuelven lo que se llevan”- dijo.  Mi marido se rio de la vecina. Chancho, no pudo apartar los ojos de sus tetas.  A la noche cuando se oyeron los primero aullidos (porque esta vez hubo aullidos y chiflidos, hasta me pareció oír alguna bubuzuela) mi maridito salió a ver que pasaba y no volvió. Seguro que se lo llevaron los marcianos. Pobre.
Día 3
Una buena, se ve que los extraterrestres recapacitaron y se apiadaron de mí.  Anoche  hubo ruido de pitos, maracas, panderetas, música disco (me pareció que venía de la casa de la pechugona). Me devolvieron las baldosas, un buen presagio. De mi querido esposo no hay ni señales, me da un poco de pena, vaya a saber que le están haciendo estos  extraterrestres degenerados. Preguntándole a  Lola, la vecinita, sobre que hacer,   me dijo “no te preocupes, querida, yo me estoy ocupando personalmente del tema… en estos días lo largan, si… si… dos o tres días … …una semana máximo… voy a ver –y sacudiéndome las tetas agregó-  amorosa, lo que sí, esta es solo la primera vez… ponele onda” 

Aida Rebeca Neuah
Imagen: "Las lolas en el balcón" de Carlos Rojas