20 ene 2010

MOSAICOS


El gran sabio eligió porque sí una piedrecilla de color azul de una pila de muchas.
La miró con detenimiento, observó el número de sus lados, su color y su forma. Cada pieza era especial, única. Su atención giró hacia el mandala. Buscó el lugar adecuado para esa partícula de formación rocosa. Él aprendió que era una cuestión de tiempo."Las rocas buscan su lugar atraídas por el espacio vacío que su ausencia genera",concluyó. Era consciente que su rompecabezas de mosaicos se armaba gracias a hilos invisibles de similitudes y desigualdades. Él sabía que su trabajo era sólo estar.

Aida Rebeca Neuah

1 comentario:

  1. Magnífico relato.
    Me quedo pensando... tanto que aprender, hasta lograr comprender que lo importante es saber estar.
    Besitos.

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