
Me quedé Huérfano muy de pequeño, con la suerte de que mi madre pudo dejarme una pensión vitalicia bastante considerable fruto de su fugaz matrimonio con un anciano millonario. Mi infancia transcurrió saltando de un pariente a otro, me tenían por una temporada y luego buscaban alguna excusa educada para decirme que me fuera. El último, un primo lejano de mi papá, fue el más sincero y me dijo: lo que pasa es que no sos divertido, ni brillante, ni nada, sos insulso pibe, además tenés “una miradita rara”. Pase mis últimos años en una escuela pupilo lo suficientemente lejos de todos como para no ir a visitarlos ni en las vacaciones. Al cumplir la mayoría de edad, no me faltaba la plata, tenía lo suficiente para vivir sin trabajar, alquilé un departamento en los suburbios, el mismo en el que había vivido con mi madre. Mi vida era simple, café con leche de mañana y de cena, una caminata a media tarde y después sentarme a mirar por la ventana. Si bien no hablaba con ningún vecino, conocía perfectamente a todos los que vivían en el edificio de enfrente en especial en los departamentos que daban hacia mi ventana. Sabía hasta la hora que sacaban la basura y cuando los veía, me subía las bolsas y las revisaba. Así supe los nombres de todos y cada uno de ellos y muchos más detalles íntimos que no vienen a cuento ahora. La que desde un principio me llamó la atención fue Laura, la chica del tercero A, vino con su madre hace poco más de un año, vivió con ella hasta que ésta falleció y se quedó solita. La chica no era una belleza, definitivamente, pero tenía un encanto muy especial, una suavidad para cuidar las plantas del balcón que me dejó atontado desde el primer día. Laurita (porque al tiempo ya la llamaba con diminutivos que iban desde Lau hasta cariñito) conoció a Hernán (maldita la hora), eran compañeros de trabajo y él se vino a vivir con ella. Todo entre ellos eran arrumacos y amor, pero yo sabía, ese muchacho tenía “una miradita rara”, eso no era bueno, para nada. Pasado un tiempo el ambiente de su casa cambió, él empezó a llegar más tarde, a poner excusas: que su mamá, que su tío, que su abuela; empezaron a discutir. Yo le decía desde la ventana a mi Laurita que ese hombre no era para ella, ella me escuchaba porque empezó a salir más seguido al balcón para que yo la viera. Las peleas ahora eran más seguidas y más violentas, yo la consolaba, le levantaba la mano desde mi ventana y ella me correspondía levantando la de ella (¿Qué me quería decir? sos el único que me apoya, me escucha, me habla y sos una persona muy importante en mi vida). Un día, después de mi caminata diaria, en la que tardé más que de costumbre, la busco; la veo en el balcón (seguro que está preocupada por mi demora), le hago señas (listo vida mía); Ella me levantó la mano (gracias, mi amor, ese de “la miradita rara” no me va a molestar más) y la agitó como siempre.
Aida Rebeca Neuah
Imagen: "Espejismos de luz" de Gabriela Novoa
Qué suerte la de este pibe, que puede vivir sin trabajar...
ResponderEliminarPero más allá de la trivialidad, tener vecinas como Laurita es insalubre, desde ya te lo digo.
Besos!!
Muerto el perro, se acabó la rabia.
ResponderEliminarEste blog tiene la particularidad de que sus relatos no me dan miedo. La que me da miedo es usted.
Un beso y un aplauso.
todos podemos intendente, no nos gusta privarnos de ciertas cosas simplemente.
ResponderEliminarmas alla de eso, las vecinas como laurita son destructivas. muases
no se preocupe mambrettin, tengo el disfraz de barbie colgado del placard, lo uso de vez en cuando para disimular. muaseeessss
ResponderEliminaresa miradita mete miedo, sisi
ResponderEliminarbesos
pero...si es el ojo de Horus! esa mirada!!!
ResponderEliminarpero...pero...y qué onda la mirada de Laurita?
besos*
lau, la gente esta muy loca y "mira raro" besines
ResponderEliminarrayu, y yo diria que laurita vive en su mundo, o quizas el vecino vive en el suyo, lo que me hace recordar que por lo general todos vivimos en nuestro mundo. gente de lo mas normal.
ResponderEliminarel ojo de horus, es mi amuleto.
besot
Buen relato.
ResponderEliminarEl de "la miradita rara" no supo de donde vino la cosa.
Un abrazo.
al de la miradita rara lo agarro el de la otra miradita rara, se reflejan. beso y gracias por pasar gauchin
ResponderEliminarUn relato bastante retorcido el suyo. Me gustó mucho esta mirada, aunque no estoy seguro de haber entendido bien el final.
ResponderEliminarLa felicito.
Un saludo.
retorcido y medio oscuro, sir yoni. es lo que quiso ser. besito
ResponderEliminarZafó! Qué linda la Laurita esta. Mirala vos. Jaja.
ResponderEliminarBuenísimo el cuento! Un besote.
Pues esa miradita rara...esa asepsia. Me ha gustado mucho esa manera de comunicarse de lejos, un perfeccionamiento del platonismo, muy de nuestra época. Un placer. Besos.
ResponderEliminarsi, steki se saco el plomo de encimo y ni siquiera se dio cuenta, ahora el loco que le quedo enfrente te lo regalo. bes
ResponderEliminarbeso javi que bueno verte. si supongo que las miraditas raras estan buenas, depende de quien.
ResponderEliminar