Cada uno viaja como quiere. Algunos en auto, otros a pie, hay quienes lo hacen mirando tele y hay quien, como Mariela, lo hace leyendo un libro. ¿Qué cómo es la cosa? Les doy un ejemplo amables lectores. Supongamos que la niña quiera ir a la luna, si… escuchó bien…la luna, preste atención que la criatura sabe lo que hace. Pide permiso a su mamá, se viste con ropa cómoda para el viaje y va a la biblioteca. “Señorita Jacinta, quiero conocer la luna” le dice a la bibliotecaria. Ésta, acostumbrada, le da un listado con varias opciones. Marielita elije entre los nombres después de un análisis detallado de las posibilidades. De Tin Marín de Don Pingüé, Cúcara, Mácara, Títere fue, yo no fui, fue Teté, pégale, pégale que él fue. Ahora supongamos que sale elegido De la tierra a la luna de Julio Verne, bien, con el libro bajo el brazo la niña enfila para la placita de enfrente “La plaza Irlanda” y se sienta en algún banco que esté desocupado.
Viajar cada uno viaja como quiere. Algunos en auto, otros a pie, hay quienes lo hacen mirando tele y hay quien como Marielita, lo hacen leyendo un libro. ¿Qué cómo es la cosa? Ésto tiene su técnica, primero agarra el volumen y con mucha delicadeza lo acaricia, lo saluda, se presenta y le explica lo que quiere: visitar en este caso el satélite natural de la tierra, la luna. Cumplida la primera etapa de conocimiento mutuo, la niña le pide al libro que la lleve. Ojo, de ninguna manera es un pedido fácil, ella tiene que hacerlo desde el fondo de su alma, donde está el núcleo-burbuja de sus deseos más íntimos, también debe expresarlo en una afirmación positiva en tiempo presente. ¿Qué cómo seria éso? Una papa, Marielita diría… querido libro, en este momento, aquí y ahora me estás llevando a conocer la luna. Créame señor lector, a la niña le funciona. Tiene muchos paseos en su haber, estuvo en indonesia, en Japón, en la China y en Lemuria. ¿Qué me sigue sin creer? Apróntese entonces alguna tarde después de la escuela en la placita Irlanda, esa que está frente a la biblioteca y véala a Mariela sentada en un banco con un libro en la falda, sin pasar ni una sola página, con cara de estar visitando el mundo.
Aida Rebeca Neuah
Imagen: "Cosmos 3" de Jacinto González Gasque
Fresca y espontanea forma de viajar la de Mariela
ResponderEliminarsentada en el banco de la plazita!yo tambien quiero!Hermoso!!!!!Gracias Aiii por la magia!!!!!
Besis.
conocí esa manera de viajar...
ResponderEliminardeliciosa historia.
mil besos*
La imaginaciòn es uno de los medios de transporte mas seguros.
ResponderEliminarUn abrazo.
A mi me pasó lo mismo....con esos viajes.....a veces creo que no volví. Un beso.
ResponderEliminarTuve que "pintar el texto" para leerlo porque el fondo me lo impedia.
Por eso mismo nunca entendí los libros de autoayuda. ¿Adónde lo llevan a uno?
ResponderEliminarMuy bonito relato. Un beso.
Mire, no me lo va a creer, pero yo soy de los que remontan vuelo con una facilidad casi alarmante. Libros no me faltan, pero en lo que sí andaba algo escaso era en plataformas de despegue.
ResponderEliminarEl mundo es un pañuelo, estimada. Da la casualidad que vivo a ocho cuadras de la plaza Irlanda. Asumo que será la misma.
Muy bueno lo suyo.
Un saludo.
reuuu
ResponderEliminarde nada, no se todavia lo que te voy a cobrar...
bes
rayu
ResponderEliminarespero que no hayas perdido el poder. muaas
gaucho, mira pensandolo bien, hay veces que me imagino cosas que no son muy seguras... besin
ResponderEliminardany, quien sabe si uno vive en una matrix y todo esto es simplemente producto de nuestra imaginacion, bes. el finde veo que hago con el fondo. me parece que vamos a redecorar.
ResponderEliminarmambretin, los libros de autoayuda se supone que lo llevan al centro de su ser y como dicen los que estudian cabala, como es en el interior asi es en el exterior, su micromundo mambretta es nada mas y nada menos que el mismisimo macrocosmos. chuick
ResponderEliminarfijese sir yoni, si por ahi, por la playa irlanda, encuentra alguna maquina del tiempo y vaya...algunas decadas atras... unas tres decadas y pico... ahi estoy yo andando en una bici con rueditas.
ResponderEliminarTe creo porque yo viajé. No a la luna, a un banco de plaza Irlanda
ResponderEliminarY... 14!
ResponderEliminarMe encanta el relato, me siento muy identificada con Mariela. En una época trabajé muy cerca de Plaza Irlanda, y dos veces por semana me quedaba una hora libre entre clase y clase. Y qué hacía?? Me iba a sentar a la plaza, a viajar como Mariela!
ResponderEliminarGracias y besos.
Me gusta mucho la nueva onda del blog, eh!!
ResponderEliminarChuik chuik chuik chuik
gingerale, la diferencia entre la luna y un banco de la plaza irlanda esta tan llena de materia como un atomo. besito y bienvenida-o
ResponderEliminarmarina, una de las plazas de mi infancia, aunque en esa epoca mi conexión con la naturaleza en nada se parecia a la de ahora, o deberia haber dicho, mi conexion con el mundo?
ResponderEliminarbesi y te cuento que redecore hace un par de horas, me alegra que te guste, besos a mis sobris
espectacular. hiciste que volviera a mi niñez a recordar mi enamoramiento de los libros. saludos.
ResponderEliminarp.d: te invito a visitar mi blog
ludovit
ResponderEliminarpasaremos, gracias, bienvenido a