Te miro te miro y te miro. Quiero un beso. No es el momento
adecuado para planteártelo pues estás en medio de una disertación hablando
sobre la vida sexual del cangrejo africano o algo parecido. No importa. Aprendí
que hay cosas que no tienen la más mínima importancia, por ejemplo el tema del que estás hablando. Prefiero imaginar que
es una charla privada conmigo y que estamos arreglando una velada en algún
lugar romántico cerca del rio a la luz de la luna...
Te miro, te miro y te miro. Dame otro beso. Tus ojos se
posan varias veces en mí. Sobre todo cuando cruzo las piernas y pateo a mis
vecinos. Te gustan mis piernas. Lo sé. Es innegable la cara de fastidio que ponés
cuando la gente se queja de mis patadas, te morís de ganas de levantarte y
ponerlos en su lugar, claro, disimulás... Me gusta
ese aire protector que tenés para conmigo… me gustás vos…
Te miro, te miro y te miro. Tu sonrisa es la clave para abrir todas las puertas del cielo. Sos un divino.
Se te hace un hoyuelito en la mejilla izquierda. No es la primera vez que lo
veo, obvio, pero con vos es siempre como la primera vez. Ojalá la pelotuda de
arriba haga otro de esos comentarios pedorros que te hacen reír. Juro que si
sabría de qué mierda hablás los haría yo misma, gracias a D´os el universo
conspira siempre para ponerme a mano lo que necesito, como esta turra de acá arriba que facilita que
me regales tu sonrisa.
Te miro, te miro y te miro. No lo puedo creer. La pelotuda
de arriba leyó tu libro o por lo menos eso dice. ¿Lo habrá leído todo? Son como
ciento cincuenta paginas, de los dos lados. No lo creo. No lo leyó. Miente.
Seguro que miente. ¡Qué falta de sinceridad! ¡La franqueza ante todo loco! Si me hubieras preguntado a mí, yo, te habría mentido.
Te miro, te miro y te miro. ¿Cansadito, mi vida? ¿Querés
irte a casa? ¿No? Dale, terminala de una vez y andá saludando que quiero irme.
¿Me vas a hacer ir a buscarte? ¿Qué hacés con la pelotuda esa que miente que te
leyó? ¿Por qué la abrazás? ¿Por qué la besás?
¿Negro?
¿Mi Negrito… quién es
esa mina?
¿Te cortaste el pelo? ¿Te lo teñiste?
Perdón…
Disculpe, señor,
señorita… de noche y sin lentes todos los hombres son pardos…
Aida Rebeca Neuah
Imagen: "Como cada noche" de Enrique Amaya
Me gusta.
ResponderEliminarSe me ocurre que el protagonista es un gato.
Buen relato.
Un abrazo.
ups! qué confusión!
ResponderEliminar(el gato necesita anteojos, me parece...o psicólogo, no sé)
abrazo*
Siempre uno mira para el lado equivocado, pisando lo que debería abrazar y adorando lo erróneo. Tal vez, un buen oftalmólogo sea la solución!
ResponderEliminarBuen texto Brujis!
Besos!!
Me ha encantado el cuento. Y sí, de noche y sin lentes... y a veces hasta de día
ResponderEliminarBesos
Me encantó! es realmente muy bueno cómo lo has llevado. Me gustó mucho y reí también. Besos.
ResponderEliminarExcelente su relato. Mirar sin lentes es casi un arte, sea uno hombre o gato.
ResponderEliminarUn saludo.