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23 sept 2012

GUEFILTE FISH


Todos  sabemos que hay profesiones  peligrosas pero ninguna  como ser liberador de monstruos. Daniel Srekman trabaja incansablemente buscando a estos seres en las más oscuras y recónditas cavernas, cavando sin parar para encontrarlos, despertarlos y devolverles  la chispa de la vida. Él nunca sabe con qué tipo de criatura se va a encontrar al final de su búsqueda, lo que sí sabe, aprendido gracias a su vasta experiencia en el ramo, es que esos  monstruos al despertar son  tan imprevisibles que no hay forma de planificar de antemano su labor.  Es  sabido por él y por todo el que se precie de liberador de monstruos profesional  que en épocas de cambio de estación el trabajo se incrementa y se hace más interesante. Este setiembre, no fue la excepción, había recibido un llamado inquietante y anónimo avisándole que tenía una labor difícil esperándolo en el desierto de Gobi, en una ciudad oculta a los ojos de los hombres. Allá fue nuestro héroe cargando al hombro su pico, su pala y el mapa de cómo encontrar la caverna del monstruo escondida  detrás de una cascada de agua, la cual encontró sin ningún inconveniente.
-Monstruito, monstruito ¿dónde está mi monstruito?- cantaba mientras mantenía el ritmo de trabajo entre pico y pala - ¡nooooooooooooo!
Así fue como el protagonista principal de esta historia, que eligió conscientemente  servir a sus hermanos despertándolos de su letargo, se vio por primera vez atrapado  por  la criatura más peligrosa  y  la más rara  vista jamás (en realidad era la primera vez que alguien la encontraba). Una criatura sobre la que abundan historias populares, dichos, chascarrillos y caricaturas. Calculo que a esta altura usted, señor lector, va intuyendo de lo que estamos hablando. Sí, sí, sí… no tenga miedo a pensarlo. Tampoco tenga miedo a decirlo. Nuestro héroe se encontró con una mamá pulpo judía, que  antes de poder decir sinsalamín  lo había  enredado en sus tentáculos,  estaba tejiéndole pulóveres para que no tenga frío y le daba de comer bolas de pescado con salsa de remolacha (todo al mismo tiempo).  ¿Me está diciendo que exagero? Créame ni un ápice. Daniel  trató de resistirse pero cada vez que conseguía mover la mano para sacarse un tentáculo de encima, la extraña criatura  no dudaba en cantarle el arrorró  pulpo (1). Triste el destino de  nuestro liberador de monstruos, atrapado por una de sus criaturas, no pudiendo moverse, ni hablar (porque siempre tenía la boca llena de comida), durmiendo el sueño del arrorró pulpo.
A esta altura  estoy segura que usted se preguntará  si nuestro héroe  pudo finalmente liberarse, la verdad es que yo también me lo pregunto. Por esa razón pongo a su disposición dos finales, uno de los dos es cierto y posiblemente el otro también…
Final 1: Atrapado. Estaba acorralado. No podía casi respirar (tenía un tentáculo tapándole la nariz y la boca).  Convengamos que tampoco necesitaba moverse mucho, ni respirar demasiado ya que tenía todo lo que necesitaba básicamente para vivir. Al pasar los días  se fue sintiendo más que cómodo y se encontró con tiempo de sobra para pensar en lo que quisiera y hacer lo que quisiera. Está bien, no podía hacer  mucho… pero la mamá pulpo prometió permitirle ver el sol una vez al mes  si no hacia ni frio, ni calor, ni  había viento y mientras tanto… tenía las bolas de pescado.
Final 2: Atrapado. Estaba acorralado. No podía casi respirar (tenía un tentáculo tapándole la nariz y la boca). En los pocos momentos de lucidez en los que decaía el efecto del arrorró pulpo nuestro  héroe, buscaba soluciones desesperadas y se angustiaba  porque no las encontraba. De tanto querer y querer liberarse y haciendo gala del refrán “el que quiere puede” el universo confabuló y su cuerpo lo ayudó. A causa de la inmovilidad se le formaron gruesos tapones de cera en los oídos, por esa razón, cada vez la canción le hacía menos efecto. En un descuido de la mamá pulpo, el liberador de monstruos se escapó y aprendió varias cosas. Que para tener libertad primero hay que quererla, que hay seres que no quieren despertar y obligan a otros seres a compartir su letargo y  que vivir es más que estar quieto, cómodo, durmiendo todo el día  y comiendo  bolas de pescado…

Nota de la autora:
(1) Todos suponen que el único canto que emboba a los hombres es el canto de las sirenas. Error. El arrorró pulpo es muchísimo más poderoso,  desde el primer acorde la persona  se siente responsable por la vida sacrificada que ha llevado la mamá pulpo y se llena de culpas paralizantes.

Este cuento va dedicado …“al que le quepa el sayo que se lo ponga”

Aida Rebeca Neuah

Imagen: "Ojos Andre" de Diego Castellón

29 abr 2012

CUESTIÓN DE VIDA Y MUERTE





La muerte es una bella mujer de muchos rostros.
Jugadora empedernida y bebedora entusiasta.

-Servime otro- me ordenó usando la cara de mi tía Luba, una pariente lejana que murió como quiso, arrollada por un carrito de helados Laponia, sus preferidos.
-Che, no soy tu empleado, hablame bien. Es más, éste es buen momento para confraternizar, hacernos amigos- dije sonriendo con esas sonrisas de película en la que al protagonista le brilla un diente de costado (siempre es bueno llevarse bien con las mujeres hermosas, sobre todo si tienen la posibilidad de transportarte sin escalas intermedias al mas allá).
-Tenés razón- me susurró con la cara de Marilyn Monroe y haciéndome besitos con los labios- te hablo bien. Poneme otro trago, por favor. ¿Amigos? ¿Hacernos amigos?  ¿Para qué querría alguien ser mi amigo? ¿Con o sin sexo?
-Se teme a  lo que no se conoce, quiero conocerte  a fondo, saber que pensás, que sentís, como te va en el trabajo, cuando me voy a morir... si la fecha es prorrogable…y que exactamente hay después si es que hay después (Soy todo un galán, con sexo ¿Qué pregunta?)
-Vos me conoces bien, me viste a tu lado silenciosa en cada episodio de tu vida- y se puso la cara de Sigmund Freud.

(¡Qué impresión!, se me fue la libido al subsuelo, además empezar a pensar en consciente, inconsciente y deseos sexuales reprimidos en la niñez me dio como cosita. Por suerte se dio cuenta al toque y cambio a Rita Hayworth.)

- como decía, no soy una desconocida para vos, si  echás un vistazo  en tu pasado vas a ver  mi constante presencia. No veo la razón de que me tengas miedo aunque dicen que los hombres les temen a las chicas lindas e inteligentes (pestañeo constante y reiterado seguido por apertura ocular y mirada de gata).
-Verdad. ¿Por qué te tengo miedo si te veo hasta en la sopa? ¿Será quizás porque morirse es desaparecer, esfumarse sin dejar rastros (en realidad rastros dejamos pero bien que nos ocupamos de enterrarlos o quemarlos)? ¿Será  porque esto de que se acabe la vida de uno, que dejemos de estar donde estamos y ser lo que somos para ir a habitar en el mejor de los casos otra dimensión energética no parece ser un negocio muy rentable? ¿Será que más allá de verme reflejado en las cosas o en las gentes que forman parte de mi vida no aguanto sentirme tan vulnerable ante vos? ¿Será tal vez que escapás  a mi control? ¿Qué será?
Y ahí apareció Doris Day



 A los compañeros de vuelo
Aida Rebeca Neuah
Imagen: "El árbol de la vida" de Gustav Klimt

27 ago 2011

ASÍ




Así como si nada, uno se metió en el otro y el otro en él.

Así estuvieron insertos hasta que el último granito de arena  cayó por el embudo del reloj del no- tiempo.

Así compartieron, no importa que, las cosas compartidas pasan a ser de más de dos, de todos  los hombres.

Así lo dieron todo porque únicamente con lo que se entrega de alma se construye y se crea.

Así fueron del cielo y la tierra, del agua y del fuego, del sol y la luna.

Así se quisieron tan diferentes hasta que se complementaron para no ser iguales.

Así sus silencios hablaron de cosas nuevas y es posible que estos alguna vez hagan explotar en gritos algunas afonías perdidas.

Así cambiaron y no se reconocieron  y se desencontraron  y  se perdieron y después, mucho después, al principio del final se chocaron  para volver a comenzar.

Aida Rebeca Neuah
Imagen: "Ronda Nocturna" de José Hermitanho