Cavando sin tregua en las cavernas del valle perdido, él era todo sudor. En su mameluco azul totalmente ennegrecido por la tierra había una inscripción grande y fluorescente “Daniel Shrekman, liberador de monstruos”. El hombre era más bien maduro, con una incipiente calvicie y poseedor de una barriga que denotaba su adicción al buen comer. Su profesión lo había llevado a conocer los lugares mas insólitos que se puedan imaginar. Nunca sabía exactamente donde estaban aquellos seres, ni de que tipo serían y mucho menos que harían con él o viceversa. Su intuición lo guiaba hasta donde ellos yacían dormidos victimas de algún hechizo desconocido, les daba la pócima revitalizante a base de ginseng que siempre llevaba en su bolsillo y se sentaba a esperar las dos horas que tardaban en desperezarse alucinando con que tipo de criatura sería. Se había topado con muchos buenos y algunos muy malos, hasta una vez tuvo que perseguir con un cuchillo a una ogra asesina que encontró (aprendió que haciéndole un pequeño corte en la nalga izquierda y dejando correr tres gotas de sangre o más, se transformaban en buenas). Amaba con profunda entrega a sus liberados, los cuidaba hasta que se ponían fuertes para salir a rescatar a sus hermanos que estaban apresados por el mundo. En cada despedida Daniel revivía la inmensa y maravillosa alegría que habia sentido el día de su propia liberación.
Aida Rebeca Neuah
Aida Rebeca Neuah
Magnífico relato!!!
ResponderEliminarQuisiera conocer a ese liberador de monstruos...
Un abrazo.
gracias marinuchi, busca en tu historia de vida siempre hay un liberador que rescata alguna parte de nosotros que tenemos escondida. a ellos va dedicado, a las personas que por ahi, sin saberlo ni quererlo, hicieron eso por mi. besos. gracias por estar.
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