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2 ago 2013

UNA HISTORIA DE AMOR

Estallido Cromàtico Óleo Lienzo Otros
Supongamos que conocés a un tipo. El hombre de tus sueños. Lo ves pasar por el negocio donde trabajás vendiendo flores. Hace un tiempito que a  las nueve va y a las tres de la tarde  vuelve. Un día entra al negocio y con una sonrisa te compra una rosa, te la regala y  te invita a cenar. No lo conocés. Dudás. ¿Quizás es un violador serial que seduce a mujeres incautas? ¿Un delincuente  que busca refugio? (De ninguna manera dejaremos  que ningún pensamiento pesimista a futuro  invada esta relación que aún está en pañales. Volvamos).  Decís que sí. De hecho lo viste pasando por puerta dos veces por día los últimos dos meses. Obvio que lo conocés. Ese tipo, el hombre de tus sueños, te pasa a buscar en un auto negro lustroso que huele a limpio y pasan una velada fabulosa.  Te cuenta que está separado, digamos que con dos hijos grandes. (No da, muy cuento de hadas. Volvamos).  El tipo te cuenta que está casado, que casi no se ve con su mujer y que hace años que no tienen sexo. Que trabaja en un barco. Él te dice que es el capitán del barco. Te cuenta que  tarda un mes en cruzar el atlántico y que está dos meses del otro lado con su mujer. Vuelve por la misma ruta y se queda dos meses acá.  A vos el tipo te gusta. (pongámosle color a la cosa. Volvamos). A vos el tipo te encanta, te mueve toda la estantería, incluidos los cajones, como hace tiempo que nadie te la movía. Sentís que al tipo le pasa lo mismo. Una ola de calor  los invade a los dos. (¿Te abro la ventana? Esperá). Susurrando y con cara de buey herido te larga que mañana al mediodía zarpa  a cruzar las grandes aguas. ¿Qué podés hacer? Te entregás a una noche de pasión abrazadora.  Imagínate una noche mágica llena de fuegos artificiales y un desayuno de a dos.  Después del almuerzo  lo acompañás al puerto y agitás el pañuelo blanco cuando el barco se aleja. Esa  noche no pegás un ojo.  Un mes y  no podés dormir pensando en él.  Un día te levantás, abrís el diario y ahí en la  primera plana: un titular  “se hundió  un barco en el atlántico”. El barco de él.  Esperás que lo encuentrén sano y salvo. Las noticias son poco alentadoras. Pasan los días y no lo encuentran. Tiene que estar vivo. No tenés dudas. Lo sabés. Sentís que él está pensando en vos en ese mismo momento. Él quiere que lo ayudes. Él está solo y atrapado en una isla desierta y no puede salir.  Tenés que ayudarlo a escapar de esa isla que lo tiene atrapado lejos tuyo. Agarrás  una botella, una que tenga cierre hermético, para mandarle un mensaje, para comunicarte, para darle una mano a salir  de ese  lugar.  En la botella ponés un mechón de tus cabellos, una cajita de fósforos para  prender  fuego y no tener frío y le escribís una nota, de tu ser más profundo salen las palabras: “ ¿no sabés hacer una balsa de madera, pelotudo?”


Aida Rebeca Neuah
Imagen: "Estallido cromático" de Mónica Renedo

18 oct 2011

HISTORIAS FANTÁSTICAS I

Vista desde el Cielo
Esa tarde el lugar estaba atestado. No me gustó la idea de estar parado, así que me senté al lado de una señora que de cerca  no resulto ser tan vieja.
“Ojalá hoy lo pueda ver” pensé, hacía días que lo buscaba y ni noticias.
La mujer sentada a mi lado alargaba el cuello como queriendo espiar. “¿Usted también espera a alguien?” pregunté. “Si, a mi hija, la abandoné de bebé en un orfanato, cosas de la vida, una historia muy triste. Nunca  la pude ir a buscar. Sufrió mucho, pobrecita y está muy solita. Ahora me contento cuando la curioseo  a escondidas. Es esa, la que viene por allá, se está acomodando en ese banco“dijo y se estiró tanto que  por poco se cae al vacío.  
“Ajá” moví la cabeza haciendo un gesto de entendimiento cuando en realidad no sabía de qué me hablaba.
“Mi pareja y yo nos conocimos hace muchos años en esa plaza” le conté “en ese mismo banco exactamente” señale para abajo de la nube y me arrimé al borde del asiento para ver más de cerca. “se quedó muy solo cuando me fui, no tuve opción, sabe. Ahí, mírelo, ahí viene”.
El hombre de traje oscuro se ubicó al lado de la chica que ya estaba sentada en el banco.

Acá señoras y señores, hacemos un alto para entender mejor el panorama. En la plaza, hay dos seres que sufren, que por distintos motivos viven inmersos en una soledad abrumadora. Ellos se merecen una oportunidad y de hecho la tienen. Sepan ustedes que  por esas cosas raras del destino, yo, la escritora (que tengo algunas inferencias en este texto) sé que son compatibles. Sería una  la compañía ideal de la otra. Podrían crear un infinito mundo de posibilidades si estiraran la mano. ¿Y qué pasa? ¿Usted sabe que pasa querido lector? Nada, no pasa nada. Ni se miran, ni reparan uno en el otro. Usted dirá ¡qué lástima! Si, una verdadera lástima. ¿Me preguntará como termina la historia? Termina así, cuando en un suspiro se levantan cada uno y se va para su casa, perdiendo por no animarse. ¿Y los que están en la nube espiando? Ah, esos están muertos pero son vivos y no pierden tiempo. Tienen cita mañana de tarde en el mismo nimbo…

Aida Rebeca Neuah
Imagen: "Vista desde el Cielo"  de José Miguel Corral

28 jul 2011

FURIA

el grito grito | Obras de arte


Se despertó sobresaltado y miró a su alrededor, María estaba en su lado de la cama, su culo apuntándole no daba lugar a dudas.
-¡Qué olor a mierda loca, se te está pudriendo algo!- gritó y se aprontó a levantarse y prepararse un café. La pileta estaba llena de cosas sucias.
-¿ya ni los platos lavás?- enjuagó una taza y se sirvió – ¿ahora tengo que hacer de cadete también acá? ¿No bastó con que me despidieran del servicio, qué me echaran como un perro, qué pusieran un pendejo licenciado en curros especiales arriba mío?
-A propósito, fue todo a propósito, me movieron el piso. ¿Qué se creen? yo  pagué mi derecho de piso, ya lamí botas y fui el che pibe por más de veinte años.
-María levantate que tengo hambre, ésto apesta- gruño desde la cocina- además cuidate bruja  que estoy que me  llevan los mil demonios, dormí como el culo por culpa tuya, no se te puede mover en la cama, seguí morfando así cerda que estás pesada como una piedra.
 Rogelio prendió el televisor y se sentó a ver las noticias.
 –Así están las calles, cambian a los polis buenos por pendejos delicaditos con títulos raros- masculló- el departamento de policía parece un desfile de modelitos, todos limpitos, carilindos, así estamos-siguió- y ni se te ocurra decirme una palabra guacha, mucho menos las cosas que me dijiste el otro día, que yo soy bueno para nada, que no tengo huevos, que los hombres de verdad tienen cojones, que parezco puto, porque soy capaz de… matarte otra vez, María.
   
Aida Rebeca Neuah
Imagen: "El Grito" de Axel Rodriguez