Esa tarde el lugar estaba atestado. No me gustó la idea de estar parado, así que me senté al lado de una señora que de cerca no resulto ser tan vieja.
“Ojalá hoy lo pueda ver” pensé, hacía días que lo buscaba y ni noticias.
La mujer sentada a mi lado alargaba el cuello como queriendo espiar. “¿Usted también espera a alguien?” pregunté. “Si, a mi hija, la abandoné de bebé en un orfanato, cosas de la vida, una historia muy triste. Nunca la pude ir a buscar. Sufrió mucho, pobrecita y está muy solita. Ahora me contento cuando la curioseo a escondidas. Es esa, la que viene por allá, se está acomodando en ese banco“dijo y se estiró tanto que por poco se cae al vacío.
“Ajá” moví la cabeza haciendo un gesto de entendimiento cuando en realidad no sabía de qué me hablaba.
“Mi pareja y yo nos conocimos hace muchos años en esa plaza” le conté “en ese mismo banco exactamente” señale para abajo de la nube y me arrimé al borde del asiento para ver más de cerca. “se quedó muy solo cuando me fui, no tuve opción, sabe. Ahí, mírelo, ahí viene”.
El hombre de traje oscuro se ubicó al lado de la chica que ya estaba sentada en el banco.
Acá señoras y señores, hacemos un alto para entender mejor el panorama. En la plaza, hay dos seres que sufren, que por distintos motivos viven inmersos en una soledad abrumadora. Ellos se merecen una oportunidad y de hecho la tienen. Sepan ustedes que por esas cosas raras del destino, yo, la escritora (que tengo algunas inferencias en este texto) sé que son compatibles. Sería una la compañía ideal de la otra. Podrían crear un infinito mundo de posibilidades si estiraran la mano. ¿Y qué pasa? ¿Usted sabe que pasa querido lector? Nada, no pasa nada. Ni se miran, ni reparan uno en el otro. Usted dirá ¡qué lástima! Si, una verdadera lástima. ¿Me preguntará como termina la historia? Termina así, cuando en un suspiro se levantan cada uno y se va para su casa, perdiendo por no animarse. ¿Y los que están en la nube espiando? Ah, esos están muertos pero son vivos y no pierden tiempo. Tienen cita mañana de tarde en el mismo nimbo…
Aida Rebeca Neuah
Imagen: "Vista desde el Cielo" de José Miguel Corral
Buen relato, pero tendrìas que haberles "hecho gancho"!!
ResponderEliminarYa habrà oportunidad.
(habrà?)
Un abrazo.
La cantidad de historias que no florecen, que se truncan antes de empezar o simplemente queda todo el relato expresado en potencial.
ResponderEliminarNo deberíamos entristecernos, ya que la vida es así. Nos da y nos quita.
Besos!!
es que enseguida nos sale el cupido de adentro a todos y queremos formar parejas...
ResponderEliminarbueno gaucho, hacerse gancho hacerse gancho, no se, pero podrian haber sido buenos amigos. a los hombres de esta historia no me parece que les gusten las chicas. muas
ResponderEliminarclaro que no intendente, el mensaje es que no seamos tan pescados y estemos mas atentos. muas
ResponderEliminarsi, laura, la pareja por ahi no es el estado ideal de todos. muas
ResponderEliminarYo creo que el mundo está mayormente poblado por historias con finales como este. Creo que la proporción es 99 a 1. Usualmente nosotros escribimos concentrados en ese 1. En el que pasa algo. Algo diferente. Un final feliz. O triste. Pero un final al fin, valga la redundancia.
ResponderEliminarDel cielo no puedo hablar. Nunca fui, y no creo que vaya. Pero es bueno ver a alguien que se concentra en ese 99 que no miramos.
Un saludo.
volvé al banco!!! tal vez, si la escritora vuelve...
ResponderEliminarbesos*
sir yoni, pero que panorama me pinto. me saco el sombrero. besito
ResponderEliminarsi, rayu, la escritora siempre esta, aunque hay veces que pareciera que se fue. besito silvia un placer verte
ResponderEliminarLos que están en la nube tienen más posibilidades de verle la cara Dios.
ResponderEliminarUn beso.
es un cuento excelente. ¡Me hubiera gustado escribirlo!
ResponderEliminarverle la cara a Dios siempre tiene muchos lados positivos mambretin. muases
ResponderEliminarmirta, vos, yo, que diferencia hay, todos somos particulas de lo mismos. muas
ResponderEliminarPor un momento me recordó un cuento de Fontanarrosa.
ResponderEliminarNo lo encontré salvo leído por Alejandro Apo (que está muy bien leído, por cierto)
1ra parte
2da parte