5 nov 2011

POR LA VIDA





Burbuja, la bruja, no cabe en sí misma. Hoy es una jornada muy especial, esperada desde hace exactamente un año. Hoy, sexto día del onceavo  mes es su cumpleaños (no pregunten cuantos, dejé de contestar esa pregunta cuando cumplí mi cuarto siglo). Ya tiene todo preparado, las velas de colores en forma de estrellas, la alfombra de nubes, la torta de luna llena.
-Bienvenidos todos- dije mientras repartía un ponche verde de kiwi y menta- tomen asiento en la nube con su nombre, ahí… ahí, entre los jazmines. 

“Este año quiero agradecer sus presencias en mi vida, dándoles algo, un regalo, algo que se multiplique, que se disemine en el mundo contagiándolo. Algo que no tenga remedio, ni solución, ni enmienda de ningún tipo.”

La bruja burbuja se paró frente a todos sus amigos elevó los brazos en actitud mística. A medida que sus  brazos subían las comisuras de los labios se arqueaban, los pómulos se abultaban, un hoyuelo se acentuaba y crecía  por enésima vez  una maravillosa sonrisa. Imposible resistirse a  la simpleza de la magia más antigua, en segundos todos sonreían.

"Cada uno de ustedes recibe el encargo aquí y ahora de sembrar esta sonrisa primero  en sus labios, para que prospere, se hinche y exceda  plantándose en todos nosotros."
Lejaim

Aida Rebeca Neuah
Imagen: "El Cumpleaños" de Marc Chagall