30 abr 2010

VIDAS


Las cosas a mi alrededor desaparecieron rápidamente. Yo necesitaba un espacio y sólo vi esa naranja. Me acerqué sabiendo que no tenía mucho tiempo para decidirme a ocuparla. Era de un color brillante, tímidamente empolvada con una fina capa de tierra arenosa. Una gruesa y rugosa piel la recubría dejando intuir un interior tierno y jugoso. Desde donde estaba, llegaba a sentir un aroma a azahares que me transportó a la infancia de no sé cual de mis vidas. En el instante en que empecé a entreveer mi destino de citrus, empezó la fusión. Mis círculos espiralaron en una total redondez, girando en una metamorfosis sin fin. Mi piel se hizo fibra, cubriendome de capas y capas de cascara frutal. Mis células fueron las pepitas anaranjadas y su jugo fue mi sangre. Cada órgano convulsionó y se acomodó dentro de la fruta, separados por una fina lámina de pielcilla transparente. Me achique hasta caber en una superficie cien veces menor a mi ser original y mi alma encontró su lugar en el centro, en las semillas donde todos los recuerdos estarían, pero yo no me acordaría de nada.

Aida Rebeca Neuah

22 abr 2010

LAS CARAS DE TUTTI


En su cumpleaños número cinco Tutti hizo su primera cara, un conejito. Ella levantaba su labio superior curvándolo, dejando entrever los dientes. Ponía la boquita en pico, entornaba con picardía los ojos y extendía las palmas hacia abajo con los dedos apuntando hacia el piso. La imagen causó furor. En una “nunca antes vista onda expansiva” el gestó suplantó a la palabra en un abrir y cerrar de ojos. Su primera expresión gestual tardo sólo dos días en inundar toda la ciudad, las que hizo posteriormente tardaron muchísimo menos. Al tiempo bastaba con que la niña creara un nuevo gesto y mágicamente o por algún principio no descubierto de inconsciente colectivo todos lo usaban. Habiendo suplantado el lenguaje hablado, sin de ninguna manera menguar la comunicación, las calles se tornaron silenciosas para poder disfrutar del canto de los pájaros y los murmullos naturales de los árboles. Hoy en la ciudad la gente se comunica gracias a las caras de Tutti, aprendieron así a entenderse a través de sus silencios.


Aida Rebeca Neuah

16 abr 2010

PABLITO Y LAS PALOMAS


Pablito aparecio. Estaba sentado en la cornisa del edificio de enfrente conversando con las palomas. A medida que se iba acercando el momento de su muerte, mas claro se le hacían sus gorgojeos, ahora ya los comprendia por completo. Ellas le contaron que sabían que el estaba confundido y que su trabajo consistía en explicarle lo que no entendiera.
Por la ventana de la habitación en la que estuvo internado su última semana de vida vio entrar a sus padres abrazados llorando.
-¿porque están tan tristes si yo me siento tan bien?
-piensan que te tenían y ya no te tienen mas, eso les duele, se sienten vacíos, contestaron las palomas.
Aguzo su mirada hacia al final del pasillo saliendo de su cuarto del hospital. Podía sentir la tension en el ambiente, el aire bullía en tono rojo intenso. Varias personas discutían, reconoció al doctor que lo opero, al anestesista, y a dos enfermeras. Sus caras dibujaban muecas de pánico mientras resolvían cual seria la versión oficial de la muerte del menor.
- ¿porque tienen miedo?
- la gente piensa que puede evitar la muerte y ellos no están seguros de haber hecho lo que podían para salvarte Pablo, contesto la paloma oscura que se veía mas vieja.
En la habitación contigua a la reunión del equipo de profesionales de la salud habia una chica joven con la tez pálida y mirada perdida. El adolescente recorrió su facciones de memoria y reconocio a Cora, la enfermera tan bonita que le había enamorado. Se acordó como ella había puesto distancia entre ellos dos cuando vio que se gustaban. Recordó también los cuidados amorosos que le dispensaba cuando lo veía dormido.
- ¿Como uno puede trabajar con seres humanos y pretender no involucrarse?
- alguna gente piensa que así se cuidan a si mismos, pero la realidad es que el esfuerzo por mantenerse al margen es mas dañino para ellas que el comprometerse emocionalmente, dijeron dos o tres palomitas a coro.
Y Pablito empezó a sentir burbujitas de paz que le llenaban el estomago, le dijo chau a su mundo y se elevo por el cielo escoltado por una bandada de palomas.

Aida Rebeca Neuah
(Basado en el famoso cuento "La señorita Cora" de Julio Cortazar)

9 abr 2010

EL LIBERADOR DE MONSTRUOS


Cavando sin tregua en las cavernas del valle perdido, él era todo sudor. En su mameluco azul totalmente ennegrecido por la tierra había una inscripción grande y fluorescente “Daniel Shrekman, liberador de monstruos”. El hombre era más bien maduro, con una incipiente calvicie y poseedor de una barriga que denotaba su adicción al buen comer. Su profesión lo había llevado a conocer los lugares mas insólitos que se puedan imaginar. Nunca sabía exactamente donde estaban aquellos seres, ni de que tipo serían y mucho menos que harían con él o viceversa. Su intuición lo guiaba hasta donde ellos yacían dormidos victimas de algún hechizo desconocido, les daba la pócima revitalizante a base de ginseng que siempre llevaba en su bolsillo y se sentaba a esperar las dos horas que tardaban en desperezarse alucinando con que tipo de criatura sería. Se había topado con muchos buenos y algunos muy malos, hasta una vez tuvo que perseguir con un cuchillo a una ogra asesina que encontró (aprendió que haciéndole un pequeño corte en la nalga izquierda y dejando correr tres gotas de sangre o más, se transformaban en buenas). Amaba con profunda entrega a sus liberados, los cuidaba hasta que se ponían fuertes para salir a rescatar a sus hermanos que estaban apresados por el mundo. En cada despedida Daniel revivía la inmensa y maravillosa alegría que habia sentido el día de su propia liberación.

Aida Rebeca Neuah

7 abr 2010

LOS PAJAROS


Ese domingo empezó a escuchar pájaros de colores. Quizás siempre cantaron y antes nunca pudo oírlos. El canto era sólo para Ella, única destinataria de la hermosa sinfonía. Buscó entre las ramas al ser melodioso que la acompañaba a diario, que llenaba sus células sensitivas de notas. No vio nada. Esos sonidos la inundaban convirtiendo sus movimientos rutinarios en bailes acompasados. Sus músculos respondían automática e inconscientemente al son. Reconoció sílabas, mas tarde las unió en palabras, en oraciones con mensajes amorosos de vida. Feliz era con sus aves, tanto que la tildaron de "anormal". El especialista le puso un nombre raro a su defecto y le dio un remedio. Una tarde dejó de escuchar a sus pájaros, o quizás ellos desilusionados dejaron de cantarle. Entró en un abismo negro de silencios feos, donde unos tristes zumbidos aún la están acosando.


Aida Rebeca Neuah

5 abr 2010

POCIMA MULTICOLOR






El huevo de cristal naranja yacía en la mesa. Esperaba pacientemente que alguien utilizara su contenido. Aquella formula funcionaba sólo con la perfecta combinacíon de ingredientes macerados ni un minuto mas del necesario. Y ya era la hora. Ya estaba listo. La primera etapa del triturado lograba una masa vizcosa de color rojo fuego que se mezclaba en partes iguales con vinagre de uvas verde claro, se le agregaba clavo de olor y pétalos de rosas blancas. Al tiempo el liquido tornaba en azul profundo, el color era tan intenso que hipnotizaba a los que lo miraban. El frasco ovalado era envuelto en un papel amarillo pastel con las exactas instrucciones de uso y embalado en una cajita de color rosa viejo atada con una cinta celeste cielo con el escrito “no me olvides nunca jamás”.

Aida Rebeca Neuah

2 abr 2010

INTRODUCCION AL PENSAMIENTO INFANTIL



El día que papá me regalo un extintor me puse tan tan contento que prendí fuego a la cuna de mi hermanita. Cuna de mi hermanita bah!! Era miii cuna. Lo que es de uno, nunca se deja de poseer. Así que en realidad, prendí fuego a mi cuna para saber si mi vocación de bombero era autentica. Como soy un niño bueno, primero tome el recaudo de sacar a la dulce y tierna criatura que me ha robado la mitad del amor que me corresponde por derecho, de su camita. Me subí a un banquito y tome en brazos a la beba con ternura, le mostré mi dentadura de sonrisa apretada y la puse en la cucha donde duerme Bobby. Seguro que ahí no va a tener frío ni se va a sentir sola. Le dije a Bobby que la cuidara, yo hablo un poco de idioma perruno. El apagador de fuegos andaba bárbaro y la cuna quedo preciosa, ahora parece una antigüedad. Papá siempre se esmera en regalarme juguetes útiles que me sirvan para elegir una profesión en mi futuro. Así es que hace unos años he recibido una sierra eléctrica por si quiero ser carpintero. La use para cortar al medio todas las puertas de la casa, Bobby nunca mas tendrá que rascar las puertas para que le abran. Otra vez, cuando cumplí cuatro, papá me regalo una caja de tachuelas miguelito. Me enseño a ponerlas en la calle a la mañana temprano y esperar a que empiecen a salir los autos al trabajo. Mi sabio padre me aconsejo sentarme en la ventana del living, donde se ve directo a donde tiro las tachuelas, veo a los vecinos que se bajan de sus autos, gritan palabras que no conozco (deben ser palabras en idioma extranjero) y cambian las gomas pinchadas por mis clavitos. Es la forma de aprender a cambiar cubiertas -dijo mi papi y agregó que tener una gomería es un negocio muy rentable hoy día. Mamá comparte su criterio practico de elección de regalos y aportó sugiriéndole a mi papa no comprar mas esos huevitos de chocolate porque adentro hay juguetitos con piecitas muy chicas que nos podemos tragar. Imaginate Cacho- le dijo a mi papá- los nenes con un árbol de huevitos kinder en la panza!!!

Aida Rebeca Neuah